lunes, 4 de julio de 2011

EVANGELIO CORRESPONDIENTE AL LUNES XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

¡AMIGOS LECTORES! ANTES DE PENETRAR EN LAS PALABRAS DEL EVANGELIO DE HOY, ME ATREVO A MEDITAR LAS SIGUIENTES PREGUNTAS QUE ME LAS HAGO A MI MISMO Y SI LES SIRVE A CADA UNO DE USTEDES SERÁ MUY BUENO.

1º.-¿COMO VIVIMOS NUESTRA FE? AL IGUAL QUE EL MAGISTRADO¿CONFIAMOS PLENAMENTE EN JESUS? ¿LE PONEMOS CONDICIONES A JESUS? EL MAGISTRADO LE DICE "VEN IMPON TU MANO SOBRE ELLA Y VIVIRÁ? O ¡CON SOLO TOCAR SU MANTO, ME SALVARÉ!
2º.-LEAMOS MUY DESPACIO EL EVANGELIO DE HOY, YO DIRÍA SABOREEMOS EL EVANGELIO DE HOY Y SEGURO QUE PENETRARÁ EN NOSOTROS Y PODREMOS DECIR SEÑOR TU LO PUEDES TODO, SI QUIERES PUEDES TRANSFORMARME Y HACERME OTRO TU, ESTOY DISPUESTO A VIVIR LA FE EN TU PORQUE QUIERO OIRTE DECIR:AMIGO, LEVANTATE, VIVE EL EVANGELIO PORQUE TU FE TE HA SALVADO

¡VIVAMOS LA FE PLENAMENTE EN JESUS!

<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<
<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

CONTEMPLAR EL EVANGELIO DE HOY

Día litúrgico: Lunes XIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 9,18-26): En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel momento.

Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

«Tu fe te ha salvado»

Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a admirar dos magníficas manifestaciones de fe. Tan magníficas que merecieron conmover el corazón de Jesucristo y provocar —inmediatamente— su respuesta. ¡El Señor no se deja ganar en generosidad!

«Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá» (Mt 9,18). Casi podríamos decir que con fe firme “obligamos” a Dios. A Él le gusta esta especie de obligación. El otro testimonio de fe del Evangelio de hoy también es impresionante: «Con sólo tocar su manto, me salvaré» (Mt 9,22).

Se podría afirmar que Dios, incluso, se deja “manipular” de buen grado por nuestra buena fe. Lo que no admite es que le tentemos por desconfianza. Éste fue el caso de Zacarías, quien pidió una prueba al arcángel Gabriel: «Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré?’» (Lc 1,18). El Arcángel no se arredró ni un pelo: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios (...). Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo» (Lc 1,19-20). Y así fue.

Es Él mismo quien quiere “obligarse” y “atarse” con nuestra fe: «Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Lc 11,9). Él es nuestro Padre y no quiere negar nada de lo que conviene a sus hijos.

Pero es necesario manifestarle confiadamente nuestras peticiones; la confianza y connaturalidad con Dios requieren trato: para confiar en alguien le hemos de conocer; y para conocerle hay que tratarle. Así, «la fe hace brotar la oración, y la oración —en cuanto brota— alcanza la firmeza de la fe» (San Agustín). No olvidemos la alabanza que mereció Santa María: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).

No hay comentarios:

Publicar un comentario