martes, 31 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY 31-01-2012, IV DEL TIEMPO ORDINARIO, FESTIVIDAD DE SAN JUAN BOSCO

Contemplar el Evangelio de hoyDía litúrgico: Martes IV deltiempo ordinario
Santoral 31 de enero: San Juan Bosco, presbítero
Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.
Comentario: Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas (Girona, España)
«Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad»
Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.

La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).

A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.

Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).

lunes, 30 de enero de 2012

EN LA LÓGICA DE DIOS, LA AUTORIDAD NO ES PODER SINO SERVICIO, LO DICE EL SANTO PADRE AYER EN EL REZO DEL ÁNGELUS

EN LA LÓGICA DE DIOS, LA AUTORIDAD NO ES PODER SINO SERVICIO



CIUDAD DEL VATICANO, 29 ENE 2012 (VIS).-Como todos los domingos, el Santo Padre se asomó hoy a mediodía a la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico, para rezar el Ángelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Entre ellos, estuvieron presentes los niños de la Acción Católica de la diócesis de Roma, que dedican el mes de enero al tema de la paz; al término de la oración mariana, dos de estos niños leyeron un mensaje y liberaron dos palomas, símbolo de paz, desde la ventana del Papa.



Benedicto XVI introdujo el rezo del Ángelus con una breve reflexión sobre la lectura evangélica de hoy, en la que San Marcos narra la predicación de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún, con la curación de un hombre poseído por un "espíritu impuro" que reconoce al Mesías. "En poco tiempo -explicó el Papa- la fama de Jesús se difunde por toda la región, que Él recorre anunciando el Reino de Dios y curando enfermos de todo tipo: palabra y acción. (...) La palabra que Jesús dirige a los hombres abre inmediatamente el acceso a la voluntad del Padre y a la verdad sobre sí mismos. (...) Además, Jesús une a la eficacia de la palabra la de los signos de liberación del mal. (...) La autoridad divina (...) es el poder del amor de Dios que crea el universo y, encarnándose en el Hijo Unigénito, descendiendo hasta nuestra humanidad, sana el mundo corrompido por el pecado".



El Santo Padre observó que, a menudo, la autoridad significa para el hombre "poder, dominio, éxito". En cambio, "para Dios la autoridad significa servicio, humildad, amor; significa entrar en la lógica de Jesús que se inclina a lavar los pies de los discípulos, que busca el verdadero bien del hombre, que cura las heridas, que es capaz de un amor tan grande como para dar la vida, porque es el Amor. (...) Invoquemos con fe a María Santísima para que guíe nuestros corazones hacia la misericordia divina, que libera y sana nuestra humanidad, colmándola de gracia y benevolencia con la potencia del amor".



Después del Ángelus, Benedicto XVI recordó tres eventos que se celebran hoy. En primer lugar, en Viena, la beatificación de Hildegard Burjan, "laica, madre de familia, que vivió entre los siglos XIX y XX, fundadora de la Sociedad de las Hermanas de la 'Caritas Socialis'. Alabemos al Señor -dijo el Papa- por este hermoso testimonio del Evangelio".



Asimismo, este domingo es la Jornada Mundial de los Enfermos de lepra. Benedicto XVI les manifestó su cercanía y apoyo: "Quisiera alentar a todas las personas afectadas por esta enfermedad, así como a cuantos les asisten y a quienes se esfuerzan por eliminar la pobreza y la marginación, que son las verdaderas causas de la permanencia de la enfermedad".



En tercer lugar, hoy también se celebra la Jornada internacional de intercesión por la paz en Tierra Santa: "En profunda comunión con el Patriarca Latino de Jerusalén y con el Custodio de Tierra Santa, invoquemos el don de la paz para aquella Tierra bendecida por Dios".



El Pontífice saludó también a los peregrinos en varias lenguas. Dirigiéndose a los fieles polacos, recordó que el próximo jueves, día 2, se celebra la Jornada de la Vida Consagrada: "Agradecidos a los religiosos y religiosas por su ministerio de oración, y por la actividad caritativa y apostólica de la Iglesia, oremos por las nuevas vocaciones. Que el Espíritu Santo suscite en muchos corazones el deseo de dedicarse totalmente a Cristo".

ANG/ VIS 20120130 (600)

EVANGELIO DE HOY 30-11-2012, LUNES IV DEL TIEMPO ORDICARIO

Contemplar el Evangelio de hoyDía litúrgico: Lunes IV del tiempo ordinario

del Evangelio (Mc 5,1-20): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
Comentario: Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans, Barcelona, España)
«Espíritu inmundo, sal de este hombre»
Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».

domingo, 29 de enero de 2012

Benedicto XVI: El empeño activo por la unidad es un deber y una responsabilidad

Benedicto XVI: El empeño activo por la unidad es un deber y una responsabilidad


Celebración ecuménica de Vísperas en San Pablo Extramuros




ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Este miércoles, en la basílica de San Pablo Extramuros, Benedicto XVI presidió la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, como conclusión de la XLV Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que tuvo como tema "Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor". Participaron en la celebración representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales cristianas presentes en Roma. Publicamos el texto de la homilía pronunciada por el papa durante las vísperas.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

Con gran gozo dirijo mi cordial saludo a todos ustedes que se han reunido en esta basílica en la fiesta litúrgica de la Conversión de San Pablo, para dar por concluida la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en este año en que celebraremos el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, que por cierto el beato Juan XXIII anunció en esta basílica el 25 de enero de 1959. El tema ofrecido para nuestra meditación en la semana de oración que hoy concluimos es: "Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor" (cf. 1 Cor 15,51-58).

El significado de esta misteriosa transformación, de la que habla la segunda lectura breve de esta tarde, se nos muestra de forma admirable en la historia personal de san Pablo. Tras el evento extraordinario que sucedió en el camino de Damasco, Saulo, quien se distinguía por el celo con que perseguía a la Iglesia naciente, fue transformado en un apóstol incansable del evangelio de Jesucristo. En la historia de este extraordinario evangelizador, es claro que tal transformación no es el resultado de una larga reflexión interior y menos el resultado de un esfuerzo personal. Es, ante todo, obra de la gracia de Dios que ha actuado conforme a sus inescrutables caminos. Por esto Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto unos años después de su conversión, dice, como hemos escuchado en la primera lectura de estas Vísperas: "Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí." (I Corintios 15:10). Por otra parte, examinando cuidadosamente la historia de san Pablo, se comprende cómo la transformación que ha experimentado en su vida no se limita al plano ético --como una conversión de la inmoralidad a la moralidad--, ni al nivel intelectual --como cambio del propio modo de entender la realidad--, sino más bien se trata de una renovación radical de su ser, similar en muchos aspectos a un renacimiento. Tal transformación tiene su base en la participación en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo, y se presenta como un proceso gradual de configuración con Él. A la luz de esta conciencia, san Pablo, cuando luego sea llamado a defender la legitimidad de su vocación apostólica y del evangelio por él anunciado, dirá: "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Esta vida en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20).

La experiencia personal vivida por san Pablo le permite esperar con una fundada esperanza, el cumplimiento de este misterio de transformación, que abarcará a todos los que creyeron en Jesucristo y también a toda la humanidad y a toda la creación. En la segunda lectura breve que se proclamó esta tarde, san Pablo, después de desarrollar una larga argumentación para fortalecer en los fieles la esperanza de la resurrección, utilizando las imágenes tradicionales de la literatura apocalíptica de su tiempo, describe en unas pocas líneas el gran día del juicio final, en el que se cumple el destino de la humanidad: "En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final... los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados" (1 Cor 15,52). Ese día, todos los creyentes serán conformados con Cristo y todo lo que es corruptible será transformado por su gloria: "Es necesario que este ser corruptible se vista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad" (v. 15, 53). Entonces el triunfo de Cristo será finalmente completo, porque –nos dice todavía san Pablo mostrando cómo las antiguas profecías de las escrituras se cumplen--, la muerte será vencida definitivamente, y con ella, el pecado que la hizo entrar en el mundo y la Ley que fija el pecado sin dar la fuerza de vencerlo: "La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley" (vv. 54-56). San Pablo nos dice, por lo tanto, que cada hombre, a través del bautismo en la muerte y resurrección de Cristo, participa de la victoria de Aquel que venció primero a la muerte, comenzando un camino de transformación que se manifiesta a partir de ahora en una novedad de vida y que alcanzará su plenitud al final de los tiempos.

Es muy significativo que el pasaje termine con un acción de gracias: "¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!" (V. 57). El canto de victoria sobre la muerte se transforma en un canto de agradecimiento elevado al vencedor. También nosotros esta tarde, celebrando las alabanzas vespertinas a Dios, queremos unir nuestras voces, nuestras mentes y corazones a este himno de acción de gracias por lo que la gracia de Dios ha hecho en el Apóstol de los gentiles y por el admirable plan de salvación que Dios Padre cumple en nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo. Al levantar nuestra oración, confiamos en ser transformados y conformados a imagen de Cristo. Esto es particularmente cierto en la oración por la unidad de los cristianos. De hecho, cuando imploramos el don de la unidad de los discípulos de Cristo, hacemos nuestro el deseo expresado por Jesucristo en la oración al Padre, la víspera de su pasión y muerte: "Que todos sean uno" (Jn 17,21). Por esta razón, la oración por la unidad de los cristianos no es otra cosa que la participación en la realización del proyecto divino para la Iglesia, y el compromiso activo para el restablecimiento de la unidad es un deber y una gran responsabilidad para todos.

Aún experimentando en estos días la dolorosa situación de la división, los cristianos podemos y debemos mirar el futuro con esperanza, ya que la victoria de Cristo significa la superación de todo lo que nos impide compartir la plenitud de la vida con Él y con los demás. La resurrección de Jesucristo confirma que la bondad de Dios vence al mal, el amor a la muerte. Él nos acompaña en la lucha contra el poder destructivo del pecado que daña a la humanidad y a toda la creación. La presencia de Cristo resucitado nos llama a todos los cristianos a actuar juntos en la causa del bien. Unidos en Cristo, estamos llamados a compartir su misión, que es traer esperanza donde domina la injusticia, el odio y la desesperación. Nuestras divisiones hacen menos luminoso nuestro testimonio de Cristo. La meta de la plena unidad, que esperamos con activa esperanza y por la cual oramos con confianza, es una victoria no secundaria, sino importante para el bien de la familia humana.

En la cultura hoy dominante, la idea de la victoria se asocia a menudo con un éxito inmediato. En la óptica cristiana, sin embargo, la victoria es un largo y, a los ojos de nosotros los hombres, no siempre lineal proceso de transformación y de crecimiento en el bien. Esta llega según los tiempos de Dios, no los nuestros, y nos exige fe profunda y paciente perseverancia. Aunque el Reino de Dios irrumpa definitivamente en la historia con la resurrección de Jesús, este no se ha realizado por completo. La victoria final vendrá sólo con la segunda venida del Señor, que esperamos con paciente esperanza. También nuestra espera por la unidad visible de la Iglesia debe ser paciente y confiada. Sólo en esta disposición encuentran su pleno significado nuestras oraciones y nuestro compromiso diario con la unidad de los cristianos. La actitud de espera paciente no significa pasividad o resignación, sino una respuesta pronta y atenta ante cada posibilidad de comunión y fraternidad que el Señor nos da.

En este clima espiritual, quisiera dirigir algunos saludos en particular; en primer lugar al cardenal Monterisi, arcipreste de esta Basílica, al abad de la comunidad de monjes benedictinos que nos reciben. Saludo al cardenal Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y a todos los colaboradores de este dicasterio. Extiendo mis cordiales y fraternos saludos a su eminencia el metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico y al reverendo canónigo Richardson, representante personal del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales, reunidos aquí esta tarde. Además, me complace especialmente dar la bienvenida a los miembros del Grupo de Trabajo compuesto por representantes de diversas Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Polonia, que han preparado los materiales para la Semana de Oración de este año, a quienes quisiera expresar mi gratitud y mi deseo de continuar en el camino de la reconciliación y la fructífera colaboración; así como a los miembros del Foro Cristiano Mundial, que en estos días están en Roma para reflexionar sobre la ampliación de la participación de nuevos actores en el movimiento ecuménico. Saludo también al grupo de estudiantes del Instituto Ecuménico del Consejo Ecuménico de las Iglesias de Bossey.

Deseo confiar a la intercesión de san Pablo a todos aquellos que, con su oración y su compromiso, se esfuerzan por la causa de la unidad de los cristianos. Aunque a veces se puede tener la impresión de que el camino hacia el pleno restablecimiento de la comunión es aún muy largo y lleno de obstáculos, invito a todos a renovar la propia determinación de perseguir con valentía y generosidad, la unidad que es voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de san Pablo, quien ante dificultades de todo tipo, conservó siempre firme la confianza en que Dios lleva a cumplimiento su obra. Por lo demás, en este camino no faltan los signos positivos de una reencontrada fraternidad y de un compartido sentido de responsabilidad hacia los grandes problemas que afligen a nuestro mundo. Todo esto es motivo de alegría y de gran esperanza, y debe animarnos a continuar nuestro compromiso de llegar a la meta juntos, sabiendo que nuestra fatiga no es vana en el Señor (cf. 1 Cor 15,58). Amén.

EVANGELIO DEL DOMINGO IV DEK TUENOI IRDUBARUI

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo IV (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Comentario: Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

«¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!»

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.

miércoles, 25 de enero de 2012

Día litúrgico: 25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

Comentario: Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera (Corró d'Avall, Barcelona, España)

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.

CUAL ES NUESTRA MISIÓN COMO CATÓLICOS

HOY COMO SE DICE AL PRINCIPIO ES LA CONVERSIÓN DEL GRAN APÓSTOL SAN PABLO, CREO QUE ES EL MOMENTO QUE NOSOTROS TENEMOS QUE EXAMINARNOS Y PREGUNTARNOS ¿COMO LLEVO YO MI CONVERSIÓN? ¿INTENTO PREDICAR EL REINO DE DIOS EN EL MUNDO? SAN PABLO FUE UN GRAN PERSEGUIDOR DE JESÚS Y SU DOCTRINA, SIN EMBARGO POR ESA GRACIA ESPECIAL QUE CRISTO LE DA SE TRANSFORMA DE PERSEGUIDOR EL MAS PERSEGUIDO POR CAUSA DEL MISMO JESÚS ¿Y NOSOTROS, NO HEMOS SIDO O TAL VEZ SOMOS PERSEGUIDORES DE CRISTO? HOY ES EL DÍA Y EL MOMENTO DE CAER DEL CABALLO Y POSTRADO ANTE JESÚS LE DIGAMOS ¡ SEÑOR DESDE HOY SERÉ EL MAS FIEL PREDICADOR DE TU DOCTRINA A FIN DE QUE TODOS LOS QUE NOS RODEAN SEAN AUTÉNTICOS MISIONEROS DEL EVANGELIO.!

martes, 24 de enero de 2012

SUMARIO: -Presentado el mensaje del Papa para la Jornada de las Comunicaciones Sociales -Silencio y palabra, camino de evangelización -Otr

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SUMARIO:



-Presentado el mensaje del Papa para la Jornada de las Comunicaciones Sociales

-Silencio y palabra, camino de evangelización

-Otros actos pontificios



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PRESENTADO EL MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES



CIUDAD DEL VATICANO, 24 ENE 2012 (VIS).-Esta mañana se ha celebrado, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, una conferencia para presentar el Mensaje escrito por el Papa Benedicto XVI con ocasión de la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y titulado: "Silencio y Palabra: camino de Evangelización". Han intervenido en la rueda de prensa el arzobispo Claudio Maria Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales; los monseñores Paul Tighe y Giuseppe Antonio Scotti, respectivamente secretario y secretario adjunto del Pontificio Consejo; y Angelo Scelzo, subsecretario del mismo dicasterio.



El arzobispo Celli recordó que "todos los años, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa trata de analizar la cultura de la comunicación para ofrecer sugerencias al hombre de hoy y orientar la acción pastoral de la Iglesia. En los últimos años, el Papa ha estado muy atento a los procesos y las dinámicas de la comunicación, especialmente en el contexto de la transformación cultural originada por el desarrollo tecnológico".



Este año, en cambio, "el Santo Padre dirige su atención a un elemento clásico de la comunicación, el binomio silencio-palabra. Este aspecto, a pesar de ser clásico, adquiere una importancia cada vez mayor en el contexto de la cultura digital". Mons. Celli explicó que Benedicto XVI reflexiona en su mensaje acerca de la importancia del silencio para una comunicación auténtica. El silencio puede ser un modo de expresión, da al otro la posibilidad de hablar y a uno mismo la ocasión de escuchar, pensar y reflexionar. "En el fondo -dijo-, es en el silencio donde se puede otorgar el justo significado a la comunicación, para evitar verse sumergido por el volumen de la comunicación misma".



Por ello, "el silencio es cada vez más importante en el contexto del flujo de preguntas que, en cierto modo, es el motor de la moderna cultura de la comunicación". El Papa sugiere que "en el centro de este flujo de interrogantes hay una pregunta fundamental dirigida a la búsqueda de la Verdad; de aquí nace de nuevo la importancia del silencio como lugar privilegiado donde la persona humana se encuentra ante sí misma y ante Dios". El hombre descubre en el silencio "la posibilidad de hablar con Dios y de Dios". Por ello, el Pontífice recuerda a los agentes de la evangelización que el silencio y la palabra "son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo".

CON-CS/ VIS 20120124 (440)



SILENCIO Y PALABRA, CAMINO DE EVANGELIZACIÓN



CIUDAD DEL VATICANO, 24 ENE 2012 (VIS).-Hoy, fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas y de los escritores, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Con este motivo, el Santo Padre Benedicto XVI ha escrito un mensaje titulado "Silencio y Palabra: camino de evangelización", que se ha publicado esta mañana. Ofrecemos a continuación amplios extractos de dicho mensaje:



"En esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012, deseo compartir con vosotros algunas reflexiones sobre un aspecto del proceso humano de la comunicación que, siendo muy importante, a veces se olvida y hoy es particularmente necesario recordar. Se trata de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas". (...)



"El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento (...). Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y nosotros no permanecemos aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. (...) Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda (...) a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de 'ecosistema' que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos".



"Gran parte de la dinámica actual de la comunicación está orientada por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida en la comunicación para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. (...) Más aún, a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente. El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes". (...)



"En realidad, este incesante flujo de preguntas manifiesta la inquietud del ser humano siempre en búsqueda de verdades, pequeñas o grandes, que den sentido y esperanza a la existencia. El hombre no puede quedar satisfecho con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad". (...)



"Hay que considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios. En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad. No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas. El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: 'Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio'." (...)



"Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. (...) Al hablar de la grandeza de Dios, nuestro lenguaje resulta siempre inadecuado y así se abre el espacio para la contemplación silenciosa. De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de 'comunicar aquello que hemos visto y oído', para que todos estemos en comunión con Dios". (...)



"En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad. (...) Y este plan de salvación culmina en la persona de Jesús de Nazaret, mediador y plenitud de toda la Revelación. Él nos hizo conocer el verdadero Rostro de Dios Padre, y con su Cruz y Resurrección nos hizo pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la libertad de los hijos de Dios. La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz".



"Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo".

MESS/ VIS 20120124 (890)





OTROS ACTOS PONTIFICIOS



CIUDAD DEL VATICANO, 24 ENE 2012 (VIS).- El Santo Padre ha nombrado al obispo Hervé Gaschignard como nuevo obispo de Aire et Dax (superficie: 9.346; población: 362.827; católicos: 261.000; sacerdotes: 153; religiosos: 211; diáconos permanentes: 14), en Francia. Ha sido hasta ahora Auxiliar de Toulouse (Francia). Sucede al obispo Philippe Breton, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis, al haber alcanzado el límite de edad, fue aceptada por el Santo Padre.

RE:NER/ VIS 20120124 (80)









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CIUDAD DEL VATICANO, 24 ENE 2012 (VIS).-Esta mañana se ha celebrado, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, una conferencia para presentar el Mensaje escrito por el Papa Benedicto XVI con ocasión de la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, y titulado: "Silencio y Palabra: camino de Evangelización". Han intervenido en la rueda de prensa el arzobispo Claudio Maria Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales; los monseñores Paul Tighe y Giuseppe Antonio Scotti, respectivamente secretario y secretario adjunto del Pontificio Consejo; y Angelo Scelzo, subsecretario del mismo dicasterio.



El arzobispo Celli recordó que "todos los años, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa trata de analizar la cultura de la comunicación para ofrecer sugerencias al hombre de hoy y orientar la acción pastoral de la Iglesia. En los últimos años, el Papa ha estado muy atento a los procesos y las dinámicas de la comunicación, especialmente en el contexto de la transformación cultural originada por el desarrollo tecnológico".



Este año, en cambio, "el Santo Padre dirige su atención a un elemento clásico de la comunicación, el binomio silencio-palabra. Este aspecto, a pesar de ser clásico, adquiere una importancia cada vez mayor en el contexto de la cultura digital". Mons. Celli explicó que Benedicto XVI reflexiona en su mensaje acerca de la importancia del silencio para una comunicación auténtica. El silencio puede ser un modo de expresión, da al otro la posibilidad de hablar y a uno mismo la ocasión de escuchar, pensar y reflexionar. "En el fondo -dijo-, es en el silencio donde se puede otorgar el justo significado a la comunicación, para evitar verse sumergido por el volumen de la comunicación misma".



Por ello, "el silencio es cada vez más importante en el contexto del flujo de preguntas que, en cierto modo, es el motor de la moderna cultura de la comunicación". El Papa sugiere que "en el centro de este flujo de interrogantes hay una pregunta fundamental dirigida a la búsqueda de la Verdad; de aquí nace de nuevo la importancia del silencio como lugar privilegiado donde la persona humana se encuentra ante sí misma y ante Dios". El hombre descubre en el silencio "la posibilidad de hablar con Dios y de Dios". Por ello, el Pontífice recuerda a los agentes de la evangelización que el silencio y la palabra "son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo".

CON-CS/ VIS 20120124 (440)



SILENCIO Y PALABRA, CAMINO DE EVANGELIZACIÓN



CIUDAD DEL VATICANO, 24 ENE 2012 (VIS).-Hoy, fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas y de los escritores, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Con este motivo, el Santo Padre Benedicto XVI ha escrito un mensaje titulado "Silencio y Palabra: camino de evangelización", que se ha publicado esta mañana. Ofrecemos a continuación amplios extractos de dicho mensaje:



"En esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales de 2012, deseo compartir con vosotros algunas reflexiones sobre un aspecto del proceso humano de la comunicación que, siendo muy importante, a veces se olvida y hoy es particularmente necesario recordar. Se trata de la relación entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas". (...)



"El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento (...). Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y nosotros no permanecemos aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. (...) Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda (...) a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de 'ecosistema' que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos".



"Gran parte de la dinámica actual de la comunicación está orientada por preguntas en busca de respuestas. Los motores de búsqueda y las redes sociales son el punto de partida en la comunicación para muchas personas que buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. (...) Más aún, a menudo el hombre contemporáneo es bombardeado por respuestas a interrogantes que nunca se ha planteado, y a necesidades que no siente. El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes". (...)



"En realidad, este incesante flujo de preguntas manifiesta la inquietud del ser humano siempre en búsqueda de verdades, pequeñas o grandes, que den sentido y esperanza a la existencia. El hombre no puede quedar satisfecho con un sencillo y tolerante intercambio de opiniones escépticas y de experiencias de vida: todos buscamos la verdad". (...)



"Hay que considerar con interés los diversos sitios, aplicaciones y redes sociales que pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios. En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad. No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas. El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: 'Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio'." (...)



"Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. (...) Al hablar de la grandeza de Dios, nuestro lenguaje resulta siempre inadecuado y así se abre el espacio para la contemplación silenciosa. De esta contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de 'comunicar aquello que hemos visto y oído', para que todos estemos en comunión con Dios". (...)



"En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad. (...) Y este plan de salvación culmina en la persona de Jesús de Nazaret, mediador y plenitud de toda la Revelación. Él nos hizo conocer el verdadero Rostro de Dios Padre, y con su Cruz y Resurrección nos hizo pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la libertad de los hijos de Dios. La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz".



"Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo".

MESS/ VIS 20120124 (890)

lunes, 23 de enero de 2012

EVANGELIO DEL LUNES III DEL TIEMPO ORDINARIO; HOY 23 DE ENERO DE 2012

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,22-30): En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo».

Comentario: Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez (Sitges, Barcelona, España)

«El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca»

Hoy, al leer el Evangelio del día, uno no sale de su asombro —“alucina”, como se dice en el lenguaje de la calle—. «Los escribas que habían bajado de Jerusalén» ven la compasión de Jesús por las gentes y su poder que obra en favor de los oprimidos, y —a pesar de todo— le dicen que «está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22). Realmente uno queda sorprendido de hasta dónde pueden llegar la ceguera y la malicia humanas, en este caso de unos letrados. Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los entendidos, los que conocen las cosas de Dios para ayudar al pueblo, y resulta que no sólo no lo reconocen sino que lo acusan de diabólico.

Con este panorama es como para darse media vuelta y decir: «¡Ahí os quedáis!». Pero el Señor sufre con paciencia ese juicio temerario sobre su persona. Como ha afirmado Juan Pablo II, Él «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre». Su condescendencia sin límites le lleva, incluso, a tratar de remover sus corazones argumentándoles con parábolas y consideraciones razonables. Aunque, al final, advierte con su autoridad divina que esa cerrazón de corazón, que es rebeldía ante el Espíritu Santo, quedará sin perdón (cf. Mc 3,29). Y no porque Dios no quiera perdonar, sino porque para ser perdonado, primero, uno ha de reconocer su pecado.

Como anunció el Maestro, es larga la lista de discípulos que también han sufrido la incomprensión cuando obraban con toda la buena intención. Pensemos, por ejemplo, en santa Teresa de Jesús cuando intentaba llevar a más perfección a sus hermanas.

No nos extrañe, por tanto, si en nuestro caminar aparecen esas contradicciones. Serán indicio de que vamos por buen camino. Recemos por esas personas y pidamos al Señor que nos dé aguante.

domingo, 22 de enero de 2012

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO

III DOMENICA T.O. – B

Citas
Ion 3,1-5.10: www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9absuja.htm
1Co 7,29-31: www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9bm0ipg.htm
Mc 1,14-20: www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/9avvmta.htm

También este domingo, como el anterior, se caracteriza por dos relatos vocacionales, de los cuales surgen con particular fuerza la invitación a la conversión personal y la participación en la llamada a la conversión dirigida a todos los hombres.
La primera lectura nos trae la aventura de Jonás. Se trata de un profeta, llamado por Dios a marchar a una ciudad lejana, Nínive, a predicar un anuncio de conversión a sus habitantes. Jonás, de entrada, es reticente: él está convencido de que predicar la conversión a una ciudad de paganos es inútil, puesto que solamente Israel es el destinatario de la salvación de Dios.
No obstante, cuando llega a la ciudad es obligado a desdecirse, se derrumba su escepticismo, puesto que descubre que los ninivitas escuchan su palabra, creen y se convierten.
De este modo, el mismo profeta vive una conversión personal en su relación con Dios. Jonás debe admitir que no conoce lo suficiente a su Señor, que tiene una mirada de particular misericordia hacia todos los hombres, llamados a reconocerlo y a amarlo.
En el relato evangélico, los cuatro pescadores llamados a ser Apóstoles, al contario de Jonás responden enseguida a la llamada de Jesús. Pero ellos, como Jonás, también son llamados a fiarse del Señor hasta llevar a cabo algo que a primera vista les parecería ilógico y peligroso: abandonar su trabajo para seguir a un “desconocido”.
Lo que determina la decisión que toman es, sin duda, la palabra que el mismo Jesús pronuncia: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio”.
Las primeras dos afirmaciones revelan la presencia de Dios y el cumplimiento de su obra; las otras dos apelan a la respuesta del hombre, que es llamado a colaborar en el designio de salvación que se cumple en Jesús de Nazaret, Señor y Cristo.
La Palabra de Dios, por tanto, subraya en primer lugar que la vocación a la vida cristiana parte de una verdadera conversión personal, que nunca se realiza de manera definitiva y que debe renovarse continuamente, en las distintas etapas de la existencia.
En segundo lugar, la respuesta humana debe ser siempre llena de confianza, también cuando lo que Dios pide puede parecer no comprensible inmediatamente, ilógico e incluso humanamente inútil.
En fin, toda vocación debe ser misionera, hacerse “anuncio de conversión” que es más eficaz en la medida en que más se vive, en primer lugar, a nivel personal.
Que la Santísima Virgen María, mujer del anuncio y del seguimiento, sostenga a la Iglesia, a todos los cristianos y a los sacerdotes, en este camino de continua conversión y, por tanto, de eficaz anuncio.

EVANGELIO PARA HOY III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO; 22-01-2012

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo III (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): Después que Juan fué entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él.

Comentario: + Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué (Manresa, Barcelona, España)

«Convertíos y creed en la Buena Nueva»

Hoy, la Iglesia nos invita a convertinos y, con Jesús, nos dice: «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Por tanto, habrá que hacer caso a Jesucristo, corrigiendo y mejorando lo que sea necesario.

Toda acción humana conecta con el designio eterno de Dios sobre nosotros y con la vocación a escuchar a Jesús, seguirlo en todo y para todo, y proclamarlo tal como lo hicieron los primeros discípulos, tal como lo han hecho y procuramos hacerlo millones de personas.

Ahora es la oportunidad de encontrar a Dios en Jesucristo; ahora es el momento de nuestra vida que empalma con la eternidad feliz o desgraciada; ahora es el tiempo que Dios nos proporciona para encontrarnos con Él, vivir como hijos suyos y hacer que los acontecimientos cotidianos tengan la carga divina que Jesucristo —con su vida en el tiempo— les ha impreso.

¡No podemos dejar perder la oportunidad presente!: esta vida más o menos larga en el tiempo, pero siempre corta, pues «la apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después, una eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales.

Así, pues, las horas, los días, los meses y los años, no son para malgastarlos, ni para aposentarse y pasarlos sin pena ni gloria con un estéril “ir tirando”. Son para vivir —aquí y ahora— lo que Jesús ha proclamado en el Evangelio salvador: vivir en Dios, amándolo todo y a todos. Y, así, los que han amado —María, Madre de Dios y Madre nuestra; los santos; los que han sido fieles hasta el fin de la vida terrenal— han podido escuchar: «Muy bien, siervo bueno y fiel (...): entra en la alegría de tu señor» (Mt 25,23).

¡Convirtámonos! ¡Vale la pena!: amaremos, y seremos felices desde ahora.

sábado, 21 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY SÁBADO II DEL TIEMPO ORDINARIO 21-01-2012

Día litúrgico: Sábado II del tiempo ordinario


Santoral 21 de Enero: San Fructuoso, obispo y mártir, y santos Augurio y Eulogio, diáconos y mártires
Texto del Evangelio (Mc 3,20-21): En aquel tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: «Está fuera de sí».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

«Está fuera de sí»

Hoy vemos cómo los propios de la parentela de Jesús se atreven a decir de Él que «está fuera de sí» (Mc 3,21). Una vez más, se cumple el antiguo proverbio de que «un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio» (Mt 13,57). Ni que decir tiene que esta lamentación no “salpica” a María Santísima, porque desde el primero hasta el último momento —cuando ella se encontraba al pie de la Cruz— se mantuvo sólidamente firme en la fe y confianza hacia su Hijo.

Ahora bien, ¿y nosotros? ¡Hagamos examen! ¿Cuántas personas que viven a nuestro lado, que las tenemos a nuestro alcance, son luz para nuestras vidas, y nosotros...? No nos es necesario ir muy lejos: pensemos en el Papa Juan Pablo II: ¿cuánta gente le siguió, y... al mismo tiempo, cuántos le interpretaban como un “tozudo-anticuado”, celoso de su “poder”? ¿Es posible que Jesús —dos mil años después— todavía siga en la Cruz por nuestra salvación, y que nosotros, desde abajo, continuemos diciéndole «baja y creeremos en ti» (cf. Mc 15,32)?

O a la inversa. Si nos esforzamos por configurarnos con Cristo, nuestra presencia no resultará neutra para quienes interaccionan con nosotros por motivos de parentesco, trabajo, etc. Es más, a algunos les resultará molesta, porque les seremos un reclamo de conciencia. ¡Bien garantizado lo tenemos!: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). Mediante sus burlas esconderán su miedo; mediante sus descalificaciones harán una mala defensa de su “poltronería”.

¿Cuántas veces nos tachan a los católicos de ser “exagerados”? Les hemos de responder que no lo somos, porque en cuestiones de amor es imposible exagerar. Pero sí que es verdad que somos “radicales”, porque el amor es así de “totalizante”: «o todo, o nada»; «o el amor mata al yo, o el yo mata al amor».

Es por esto que el Santo Padre nos habló de “radicalismo evangélico” y de “no tener miedo”: «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza» (Juan Pablo II).

viernes, 20 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY VIERNES 20-01-12,2º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Viernes II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)

«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

miércoles, 18 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY MIERCOLES 18-01-2012, MIÉRCOLES 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,1-6): En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle.

Comentario: Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)

«¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?»

Hoy, Jesús nos enseña que hay que obrar el bien en todo tiempo: no hay un tiempo para hacer el bien y otro para descuidar el amor a los demás. El amor que nos viene de Dios nos conduce a la Ley suprema, que nos dejó Jesús en el mandamiento nuevo: «Amaos unos a otros como yo mismo os he amado» (Jn 13,34). Jesús no deroga ni critica la Ley de Moisés, ya que Él mismo cumple sus preceptos y acude a la sinagoga el sábado; lo que Jesús critica es la interpretación estrecha de la Ley que han hecho los maestros y los fariseos, una interpretación que deja poco lugar a la misericordia.

Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle» (Mc 3,1-2). Al mismo tiempo que podemos ver la acción de la gracia, constatamos la dureza del corazón de unos hombres orgullosos que creen tener la verdad de su parte. ¿Experimentaron alegría los fariseos al ver aquel pobre hombre con la salud restablecida? No, todo lo contrario, se obcecaron todavía más, hasta el punto de ir a hacer tratos con los herodianos —sus enemigos naturales— para mirar de perder a Jesús, ¡curiosa alianza!

Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.

martes, 17 de enero de 2012

MAÑANA INICIA LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

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MAÑANA INICIA LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS



CIUDAD DEL VATICANO, 17 ENE 2012 (VIS).-Mañana, día 18, comenzará la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, bajo el lema "Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo". La Semana está promovida por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), una comunidad mundial de 349 iglesias que buscan la unidad y el testimonio común. Aunque la Iglesia Católica no es miembro del CMI, participa en esta iniciativa ecuménica.



Celebrada tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) o en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur), la Semana de oración moviliza a innumerables congregaciones y parroquias de todo el mundo. Los cristianos de diferentes familias confesionales se reúnen y oran juntos en celebraciones ecuménicas especiales.



Cada año, se pide a los asociados de una región concreta que preparen un texto sobre un tema bíblico. Después, un grupo internacional de participantes -protestantes, ortodoxos y católicos romanos-, patrocinados por el Consejo Mundial de Iglesias, edita este texto, que es publicado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Mundial de Iglesias, a través de su Comisión de Fe y Constitución. El material final es enviado a las iglesias miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a traducir el texto y contextualizarlo para su propio uso.



El tema de este año, "Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo", se basa en la primera epístola del apóstol Pablo a los corintios, en la que se promete la transformación de la vida humana, con toda su dimensión aparente de "triunfo" y "derrota", a través de la victoria de la resurrección de Cristo.



Cabe recordar que, después del Ángelus de este domingo, el Papa Benedicto XVI invitó a todos los fieles a participar en la Semana de oración, "tanto en ámbito personal como comunitario", y a unirse "espiritualmente y, cuando sea posible, también prácticamente, para invocar de Dios el don de la unidad plena entre los discípulos de Cristo".

RV/ VIS 20120117 (340)

HOY MARTES 17 DE ENERO DEL 2012, EL SEÑOR OBISPO DOCTOR PILDAIN CUMPLE 122 AÑOS DE SU NACIMIENTO

HOY 17 DE ENERO ES LA FESTIVIDAD DEL QUE FUERA OBISPO DE ESTA DIÓCESIS DR. MONSEÑOR DON ANTONIO DE PILDAIN Y ZAPIAIN Y EL CUMPLE AÑOS DE SU NACIMIENTO, 122AÑOS, POR TAL MOTIVO QUIERO RECORDAR A TODOS LOS SACERDOTES DE ESTA DIÓCESIS Y A TODOS LOS HABITANTES DE ESTA DIÓCESIS DE CANARIAS QUE LO TENGAN EN CUENTA Y EN LAS MISAS DE ESTE DÍA LO TENGAN MUY EN CUENTA.

NO SOLO PARA REZAR POR ÉL SINO EL QUE ÉL RUEGUE POR NOSOTROS A DIOS YA QUE ESTOY SEGURO QUE ESTE SANTO OBISPO PERTENECE A LOS SANTOS QUE CELEBRAMOS EL PRIMERO DE NOVIEMBRE.

EVANGELIO DE HOY MARTES 17-01-2012, 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes II del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,23-28): Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas. Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?». Él les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?». Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado».

Comentario: Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents (Terrassa, Barcelona, España)

«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado»

Hoy como ayer, Jesús se las ha de tener con los fariseos, que han deformado la Ley de Moisés, quedándose en las pequeñeces y olvidándose del espíritu que la informa. Los fariseos, en efecto, acusan a los discípulos de Jesús de violar el sábado (cf. Mc 2,24). Según su casuística agobiante, arrancar espigas equivale a “segar”, y trillar significa “batir”: estas tareas del campo —y una cuarentena más que podríamos añadir— estaban prohibidas en sábado, día de descanso. Como ya sabemos, los panes de la ofrenda de los que nos habla el Evangelio, eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como un homenaje de las doce tribus de Israel a su Dios y Señor.

La actitud de Abiatar es la misma que hoy nos enseña Jesús: los preceptos de la Ley que tienen menos importancia han de ceder ante los mayores; un precepto ceremonial debe ceder ante un precepto de ley natural; el precepto del reposo del sábado no está, pues, por encima de las elementales necesidades de subsistencia. El Concilio Vaticano II, inspirándose en la perícopa que comentamos, y para subrayar que la persona ha de estar por encima de las cuestiones económicas y sociales, dice: «El orden social y su progresivo desarrollo se han de subordinar en todo momento al bien de la persona, porque el orden de las cosas se ha de someter al orden de las personas, y no al revés. El mismo Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado (cf. Mc 2,27)».

San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, ir a misa los domingos, cuidar a los enfermos, cumplir los mandamientos..., ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a vivificar todas nuestras obras con el amor que el Señor ha puesto en nuestros corazones, precisamente para que le podamos amar a Él.

lunes, 16 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY LUNES 16-01-2012 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Lunes II del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 2,18-22): Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen a Jesús: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día.

»Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos».

Comentario: Rev. D. Joaquim VILLANUEVA i Poll (Barcelona, España)

«¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?»

Hoy comprobamos cómo los judíos, además del ayuno prescrito para el Día de la Expiación (cf. Lev 16,29-34) observaban muchos otros ayunos, tanto públicos como privados. Eran expresión de duelo, de penitencia, de purificación, de preparación para una fiesta o una misión, de petición de gracia a Dios, etc. Los judíos piadosos apreciaban el ayuno como un acto propio de la virtud de la religión y muy grato a Dios: el que ayuna se dirige a Dios en actitud de humildad, le pide perdón privándose de aquellas cosas que, satisfaciéndole, le hubieran apartado de Él.

Que Jesús no inculque esta práctica a sus discípulos y a los que le escuchan, sorprende a los discípulos de Juan y a los fariseos. Piensan que es una omisión importante en sus enseñanzas. Y Jesús les da una razón fundamental: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?» (Mc 2,19). El esposo, según la expresión de los profetas de Israel, indica al mismo Dios, y es manifestación del amor divino hacia los hombres (Israel es la esposa, no siempre fiel, objeto del amor fiel del esposo, Yahvé). Es decir, Jesús se equipara a Yahvé. Está aquí declarando su divinidad: llama a sus discípulos «los amigos del esposo», los que están con Él, y así no necesitan ayunar porque no están separados de Él.

La Iglesia ha permanecido fiel a esta enseñanza que, viniendo de los profetas e incluso siendo una práctica natural y espontánea en muchas religiones, Jesucristo la confirma y le da un sentido nuevo: ayuna en el desierto como preparación a su vida pública, nos dice que la oración se fortalece con el ayuno, etc.

Entre los que escuchaban al Señor, la mayoría serían pobres y sabrían de remiendos en vestidos; habría vendimiadores que sabrían lo que ocurre cuando el vino nuevo se echa en odres viejos. Les recuerda Jesús que han de recibir su mensaje con espíritu nuevo, que rompa el conformismo y la rutina de las almas avejentadas, que lo que Él propone no es una interpretación más de la Ley, sino una vida nueva.

domingo, 15 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15-01-2012; 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo II (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 1,35-42): En aquel tiempo, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?». Les respondió: «Venid y lo veréis». Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Éste se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» —que quiere decir, Cristo—. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» —que quiere decir, “Piedra”.

Comentario: Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)

«Rabbí, “Maestro”, ¿dónde vives?»

Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «‘Rabbí, que quiere decir “Maestro”, ¿dónde vives?». ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).

También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».

Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).

¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.

Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

sábado, 14 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY SÁBADO 14-01-2012; CORRESPONDIENTE AL 1º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Sábado I del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,13-17): En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a Él, y Él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?». Al oír esto Jesús, les dice: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

Comentario: Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart (Tarragona, España)

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

Hoy, en la escena que relata san Marcos, vemos cómo Jesús enseñaba y cómo todos venían a escucharle. Es manifiesto el hambre de doctrina, entonces y también ahora, porque el peor enemigo es la ignorancia. Tanto es así, que se ha hecho clásica la expresión: «Dejarán de odiar cuando dejen de ignorar».

Pasando por allí, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado donde cobraban impuestos y, al decirle «sígueme», dejándolo todo, se fue con Él. Con esta prontitud y generosidad hizo el gran “negocio”. No solamente el “negocio del siglo”, sino también el de la eternidad.

Hay que pensar cuánto tiempo hace que el negocio de recoger impuestos para los romanos se ha acabado y, en cambio, Mateo —hoy más conocido por su nuevo nombre que por el de Leví— no deja de acumular beneficios con sus escritos, al ser una de las doce columnas de la Iglesia. Así pasa cuando se sigue con prontitud al Señor. Él lo dijo: «Y todo el que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campo por mi nombre, recibirá el ciento por uno y gozará de la vida eterna» (Mt 19,29).

Jesús aceptó el banquete que Mateo le ofreció en su casa, juntamente con los otros cobradores de impuestos y pecadores, y con sus apóstoles. Los fariseos —como espectadores de los trabajos de los otros— hacen presente a los discípulos que su Maestro come con gente que ellos tienen catalogados como pecadores. El Señor les oye, y sale en defensa de su habitual manera de actuar con las almas: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17). Toda la Humanidad necesita al Médico divino. Todos somos pecadores y, como dirá san Pablo, «todos han pecado y se han privado de la gloria de Dios» (Rm 3,23).

Respondamos con la misma prontitud con que María respondió siempre a su vocación de corredentora.

viernes, 13 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY VIERNES 13-01-2012, 1º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Viernes I del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,1-12): Entró de nuevo en Cafarnaum; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra.

Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?». Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, toma tu camilla y anda?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’».

Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida».

Comentario: Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido (Sabadell, Barcelona, España)

«Hijo, tus pecados te son perdonados (...). A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»

Hoy vemos nuevamente al Señor rodeado de un gentío: «Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio» (Mc 2,2). Su corazón se deshace ante la necesidad de los otros y les procura todo el bien que se puede hacer: perdona, enseña y cura a la vez. Ciertamente, les dispensa ayuda a nivel material (en el caso de hoy, lo hace curando una enfermedad de parálisis), pero —en el fondo— busca lo mejor y primero para cada uno de nosotros: el bien del alma.

Jesús-Salvador quiere dejarnos una esperanza cierta de salvación: Él es capaz, incluso, de perdonar los pecados y de compadecerse de nuestra debilidad moral. Antes que nada, dice taxativamente: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc 2,5). Después, lo contemplamos asociando el perdón de los pecados —que dispensa generosa e incansablemente— a un milagro extraordinario, “palpable” con nuestros ojos físicos. Como una especie de garantía externa, como para abrirnos los ojos de la fe, después de declarar el perdón de los pecados del paralítico, le cura la parálisis: «‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos» (Mc 2,11-12).

Este milagro lo podemos revivir frecuentemente nosotros con la Confesión. En las palabras de la absolución que pronuncia el ministro de Dios («Yo te absuelvo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo») Jesús nos ofrece nuevamente —de manera discreta— la garantía externa del perdón de nuestros pecados, garantía equivalente a la curación espectacular que hizo con el paralítico de Cafarnaum.

Ahora comenzamos un nuevo tiempo ordinario. Y se nos recuerda a los creyentes la urgente necesidad que tenemos del encuentro sincero y personal con Jesucristo misericordioso. Él nos invita en este tiempo a no hacer rebajas ni descuidar el necesario perdón que Él nos ofrece en su alcoba, en la Iglesia.

miércoles, 11 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY 11-01-2012; MIÉRCOLES DE LA 1ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Miércoles I del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, Jesús, saliendo de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan». El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido». Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

«De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración»

Hoy vemos claramente cómo Jesús dividía la jornada. Por un lado, se dedicaba a la oración, y, por otro, a su misión de predicar con palabras y con obras. Contemplación y acción. Oración y trabajo. Estar con Dios y estar con los hombres.

En efecto, vemos a Jesús entregado en cuerpo y alma a su tarea de Mesías y Salvador: cura a los enfermos, como a la suegra de san Pedro y muchos otros, consuela a los tristes, expulsa demonios, predica. Todos le llevan sus enfermos y endemoniados. Todos quieren escucharlo: «Todos te buscan» (Mc 1,37), le dicen los discípulos. Seguro que debía tener una actividad frecuentemente muy agotadora, que casi no le dejaba ni respirar.

Pero Jesús se procuraba también tiempo de soledad para dedicarse a la oración: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35). En otros lugares de los Evangelios vemos a Jesús dedicado a la oración en otras horas e, incluso, muy entrada la noche. Sabía distribuirse el tiempo sabiamente, a fin de que su jornada tuviera un equilibrio razonable de trabajo y oración.

Nosotros decimos frecuentemente: —¡No tengo tiempo! Estamos ocupados con el trabajo del hogar, con el trabajo profesional, y con las innumerables tareas que llenan nuestra agenda. Con frecuencia nos creemos dispensados de la oración diaria. Realizamos un montón de cosas importantes, eso sí, pero corremos el riesgo de olvidar la más necesaria: la oración. Hemos de crear un equilibrio para poder hacer las unas sin desatender las otras.

San Francisco nos lo plantea así: «Hay que trabajar fiel y devotamente, sin apagar el espíritu de la santa oración y devoción, al cual han de servir las otras cosas temporales».

Quizá nos debiéramos organizar un poco más. Disciplinarnos, “domesticando” el tiempo. Lo que es importante ha de caber. Pero más todavía lo que es necesario.

martes, 10 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY MARTES 10-01-2011, 1º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes I del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 1,21-28): Llegó Jesús a Cafarnaum y el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.

Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Comentario: Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)

«Quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas»

Hoy, primer martes del tiempo ordinario, san Marcos nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga y, acto seguido, comenta: «Quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mc 1,21). Esta observación inicial es impresionante. En efecto, la razón de la admiración de los oyentes, por un lado, no es la doctrina, sino el maestro; no aquello que se explica, sino Aquél que lo explica; y, por otro lado, no ya el predicador visto globalmente, sino remarcado específicamente: Jesús enseñaba «con autoridad», es decir, con poder legítimo e irrecusable. Esta particularidad queda ulteriormente confirmada por medio de una nítida contraposición: «No lo hacía como los escribas».

Pero, en un segundo momento, la escena de la curación del hombre poseído por un espíritu maligno incorpora a la motivación admirativa personal el dato doctrinal: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!» (Mc 1,27). Sin embargo, notemos que el calificativo no es tanto de contenido como de singularidad: la doctrina es «nueva». He aquí otra razón de contraste: Jesús comunica algo inaudito (nunca como aquí este calificativo tiene sentido).

Añadimos una tercera advertencia. La autoridad proviene, además, del hecho que a Jesús «hasta a los espíritus inmundos le obedecen». Nos encontramos ante una contraposición tan intensa como las dos anteriores. A la autoridad del maestro y a la novedad de la doctrina hay que sumar la fuerza contra los espíritus del mal.

¡Hermanos! Por la fe sabemos que esta liturgia de la palabra nos hace contemporáneos de lo que acabamos de escuchar y que estamos comentando. Preguntémonos con humilde agradecimiento: ¿Tengo conciencia de que ningún otro hombre ha hablado jamás como Jesús, la Palabra de Dios Padre? ¿Me siento rico de un mensaje que tampoco tiene parangón? ¿Me doy cuenta de la fuerza liberadora que Jesús y su enseñanza tienen en la vida humana y, más concretamente, en mi vida? Movidos por el Espíritu Santo, digamos a nuestro Redentor: Jesús-vida, Jesús-doctrina, Jesús-victoria, haz que, como le complacía decir al gran Ramon Llull, ¡vivamos en la continua “maravilla” de Ti!

lunes, 9 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY 09-01-2012, 1º DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy

D�a lit�rgico: Lunes I del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 1,14-20): Despu�s que Juan fue entregado, march� Jes�s a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: �El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est� cerca; convert�os y creed en la Buena Nueva�. Bordeando el mar de Galilea, vio a Sim�n y Andr�s, el hermano de Sim�n, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jes�s les dijo: �Venid conmigo, y os har� llegar a ser pescadores de hombres�. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco m�s adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban tambi�n en la barca arreglando las redes; y al instante los llam�. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras �l.

Comentario: Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, Espa�a)

�Convert�os y creed en la Buena Nueva�

Hoy, el Evangelio nos invita a la conversi�n. �Convert�os y creed en la Buena Nueva� (Mc 1,15). Convertirse, �a qu�?; mejor ser�a decir, �a qui�n? �A Cristo! As� lo expres�: �El que ama a su padre o a su madre m�s que a m�, no es digno de m� (Mt 10,37).

Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como �nico se�or y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, tambi�n de la nuestra personal, a sabiendas de que �l es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por �l todo ha sido redimido y en �l alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque �l ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucarist�a es la garant�a.

Convertirse comporta amar a Nuestro Se�or por encima de todo aqu� en la tierra, con todo nuestro coraz�n, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios m�o; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar m�s plenamente nuestro amor a Dios: �si T� lo quieres as�, yo tambi�n lo quiero!

Convertirse pide, as�, como los ap�stoles Sim�n, Andr�s, Jaime y Juan, dejar �inmediatamente las redes� e irse con �l (cf. Mc 1,18), una vez o�da su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.

domingo, 8 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY 8 DE ENERO DE 2012, DÍA EN QUE CONMEMORAMOS EL BAUTIZO DE JESUS

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: El Bautismo del Señor (B)

Texto del Evangelio (Mc 1,7-11): En aquel tiempo, predicaba Juan diciendo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo». Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a Él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

Comentario: Rev. D. Josep VALL i Mundó (Barcelona, España)

«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»

Hoy, la Iglesia celebra el Bautismo del Señor. Aquel día, todas las aguas del mundo fueron purificadas y recibieron la fuerza para significar la limpieza de pecado. Aunque el Bautismo que administraba Juan tenía sólo un significado de conversión y de reconocimiento de nuestra pecabilidad, Jesús quiso pasar por ahí por solidaridad con todos los hombres, como Vanguardista de una renovada Humanidad. Él, «que no conoció pecado, [Dios] le hizo pecado por nosotros, para que nos hiciéramos justicia de Dios en Él» (2Cor 5,21). Jesús instituirá el nuevo Bautismo que nos hará hijos de Dios en Él y nos reconciliará con el Padre: será el Cordero de Dios que quitará el pecado del mundo.

«También hoy —escribe san Gregorio Nacianceno— Cristo es iluminado; dejemos que esta luz divina nos penetre. Cristo es bautizado, bajemos con Él al agua, para subir después con Él». Aquel día, en el Jordán se vio descender el Espíritu Santo sobre el Señor y se oyó la voz del Padre: «Eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,11). Juan Pablo II comenta que «al salir de las aguas de la fuente sagrada, cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída cerca del río Jordán: ‘Tú eres mi Hijo...’; y entiende que ha sido asociado al Hijo predilecto, llegando a ser hijo adoptivo».

San Cirilo de Jerusalén nos hace reflexionar sobre este hecho sobrenatural, diciéndonos: «Si tú tienes una piedad sincera, sobre ti descenderá también el Espíritu Santo y oirás la voz del Padre que viene de lo alto: ‘Éste no era mi hijo, pero ahora, después del Bautismo, ha sido hecho hijo mío’». A partir de este momento todos estamos invitados a seguir el mismo Camino de Cristo, a conocer su Verdad y a vivir su misma Vida. Somos elegidos, consagrados y enviados para colaborar en la misión apostólica. Somos también hijos amados y predilectos, y el Padre se complacerá en cada uno de nosotros.

sábado, 7 de enero de 2012

EVANGELIO DE HOY 7 DE ENERO DE 2012 (FERIA DEL TIEMPO DE NAVIDAD)

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: 7 de Enero (Feria del tiempo de Navidad)
Texto del Evangelio (Mt 4,12-17.23-25): En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaún, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».

Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.

Comentario: Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de Voltregà, Barcelona, España)

«El Reino de los cielos está cerca»

Hoy, por así decirlo, recomenzamos. El «Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz» (Mt 4,16), nos dice el profeta Isaías, citado en este Evangelio de hoy, y que nos remite al que escuchábamos en Nochebuena. Volvemos a comenzar, tenemos una nueva oportunidad. El tiempo es nuevo, la ocasión lo merece, dejemos —humildemente— que el Padre actúe en nuestra vida.

Hoy comienza el tiempo en que Dios nos da una vez más su tiempo para que lo santifiquemos, para que estemos cerca de Él y hagamos de nuestra vida un servicio de cara a los otros. La Navidad se acaba, lo hará el próximo domingo —si Dios quiere— con la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella se da el pistoletazo de salida para el nuevo año, para el tiempo ordinario —tal y como decimos en la liturgia cristiana— para vivir in extenso el misterio de la Navidad. La Encarnación del Verbo nos ha visitado en estos días y ha sembrado en nuestros corazones, de manera infalible, su Gracia salvadora que nos encamina, nuevamente, hacia el Reino del Cielo, el Reino de Dios que Cristo vino a inaugurar entre nosotros, gracias a su acción y compromiso en el seno de nuestra humanidad.

Por esto, nos dice san León Magno que «la providencia y misericordia de Dios, que ya tenía pensado ayudar —en los tiempos recientes— al mundo que se hundía, determinó la salvación de todos los pueblos por medio de Cristo».

Ahora es el tiempo favorable. No pensemos que Dios actuaba más antes que ahora, que era más fácil creer cerca de Jesús —físicamente, quiero decir— que ahora que no le vemos tal como es. Los sacramentos de la Iglesia y la oración comunitaria nos otorgan el perdón y la paz y la oportunidad de participar, nuevamente, en la obra de Dios en el mundo, a través de nuestro trabajo, estudio, familia, amigos, diversión o convivencia con los hermanos. ¡Que el Señor, fuente de todo don y de todo bien, nos lo haga posible!