sábado, 1 de mayo de 2010

LA PALABRA DE DIOS 5º DOMINGO DE PASCUA

LA PALABRA DE DIOS 01-02-05-2010

DOMINGO QUINTO DE PASCUA


¡AMIGOS, DESDE HOY A LAS 12 DE LA MAÑANA, COMIENZA LA LITURGIA DEL QUINTO DOMINGO DE PASCUA CORRESPONDIENTE AL DOMINGO 02 DE MAYO DEL 2010. FESTIVIDAD DEL DÍA DE LA MADRE

Este domingo HABLAMOS DEL MANDAMIENTO NUEVO

EL SEÑOR DICE:

OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO

QUE OS AMÉIS UNOS A OTROS,

COMO YO OS HE AMADO

Antes de comenzar, me gustaría que reflexionáramos sobre este MANDAMIENTO NUEVO

¿Cómo VIVIMOS ESTE MANDAMIENTO? ¿Cuándo DECIMOS QUE AMAMOS, ES DE VERDAD? ¿Qué ENTIENDO POR AMAR? ¿NOS DAMOS CUENTA QUE JESÚS DICE COMO YO OS HE AMADO?

RITO DE ENTRADA

“CRISTO RESUCITÓ” ¡ALELUYA!

EN LA ORACIÓN, LE DECIMOS A NUESTRO PADRE DIOS QUE, ASÍ COMO NOS HA REDIMIDO Y HECHO HIJOS, QUEREMOS NOS MIRE SIEMPRE CON AMOR DE PADRE Y QUE CUANTOS CREEMOS EN CRISTO, SU HIJO, ALCANCEMOS LA VERDADERA LIBERTAD Y LA HERENCIA ETERNA

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA hechos de los apóstoles (14,21b-27)

PABLO Y BERNABÉ QUE CONTINÚAN EVANGELIZANDO, REGRESAN A LA IGLESIA DE ANTIOQUIA, PARA CONTAR A LOS DEMÁS DE LA COMUNIDAD SU EXPERIENCIA Y DE CÓMO LOS PAGANOS HAN ACOGIDO EL MENSAJE DEL EVANGELIO.

¿Somos conscientes que pertenecemos a una comunidad? ¿Podrías hablar de cada uno de tus hermanos en la comunidad? ¿Les conoces?

SALMO RESPONSORIAL (SAL. 144,8-9.10-11.12-13ab)

NUESTRA CONTESTACIÓN:

BENDECIRÉ TU NOMBRE POR SIEMPRE JAMÁS, DIOS MÍO, MI REY.


SEGUNDA LECTURA:

En el Apocalipsis (21,1-5a) JUAN NOS DICE VER UN CIELO Y UNA TIERRA NUEVA, PORQUE EL PRIMER CIELO Y LA PRIMERA TIERRA HAN PASADO Y EL MAR YA NO EXISTE. TAMBIÉN NOS DICE HABER OÍDO UNA VOZ POTENTE QUE DESDE EL TRONO, DECÍA:
“ESTA ES LA MORADA DE DIOS CON LOS HOMBRES, ACAMPARÁ ENTRE ELLOS Y SERÁN SU PUEBLO, Y DIOS ESTARÁ CON ELLOS Y SERÁ SU DIOS.
ENJUGARÁ LAS LÁGRIMAS DE SUS OJOS.
YA NO HABRÁ MUERTE, NI LUTO, NI LLANTO, NI DOLOR.

EVANGELIO (Jn. 13,31-33a34-35)

Por considerarlo muy interesante voy a publicar aquí el comentario de MOSEÑOR JESÚS SANZ MONTES, OFM
Evangelio de domingo: El amor nuevo y único

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 29 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del domingo 2 de mayo, quinto de Pascua (Juan 13,31-35), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.
* * *

El texto que nos presenta el Evangelio de este domingo es casi una prolonga¬ción del que escuchábamos el domingo pasado. Porque la consecuencia de sabernos pastoreados por Jesús, Buen Pastor de nuestras vidas, es justamente no ser noso¬tros lobos para nadie. Y la consecuencia de estar en ese redil que son las manos del Padre, donde somos co¬nocidos por nuestro nombre, es precisamente no ser extraños para nadie.
Este texto está tomado del Testamento de Jesús, de su Oración Sacerdotal. Todo a punto de cumplirse, como quien escrupulosamente se esmera en vivir lo que de él esperaba Otro, pero no como si fuera un guión artificial y sin entrañas, sino como quien realiza hasta el fondo y hasta el final un proyecto, un diseño de amor. Y toda esa vida nacida para curar, para iluminar y para salvar, está a punto de ser sacrificada, en cuya entrega se dará gloria a Dios. Puede parecer hasta incluso morbosa esta visión de la muerte, o como siempre sucede, para unos será escándalo y para otros locura(cf. 1Cor 1,18), risa y frivolidad para quien jamás ha intuido que el amor no consiste en dar muchas co¬sas, sino que basta una sola: darse uno mismo, de una vez y para siempre.
En este contexto de dra¬matismo dulce, de tensión serena, Jesús deja un mandato nuevo a los suyos: amarse recíprocamente como Él amó. Porque Jesús amó de otra manera, como nunca antes y nunca después. Esa era la novedad radical y escandalosa: amar hasta el final, a cada persona, en los momentos sublimes y estelares, como en los banales y cotidianos.
Porque lo apasionante de ser cristiano, de seguir a Jesús, es que aquello que sucedió hace 2000 años, vuelve a suceder... cuando por nosotros y por nuestra forma de amar y de amarnos, reconocen que somos de Cristo. Más aún: que somos Cristo, Él en nosotros. Es el aconte¬cimiento que continúa. Quien ama así, deja entonces que Otro ame en él, y el mundo se va llenando ya de aquello que ese Otro -Jesús- fue y es: luz, bondad, paz, gracia, perdón, alegría....... Este es nuestro santo y seña, nuestro uniforme, nuestra revolución: Amar como Él, y ser por ello reconocidos como pertenecientes a Jesús y a los de Jesús: su Iglesia.

________________________________________

No hay comentarios:

Publicar un comentario