viernes, 28 de mayo de 2010

LIBRES PARA LLEVAR A LA SOCIEDAD MODERNA A JESÚS

VIERNES 28 DE MAYO 2010. A SACERDOTAL

SOLO NOS QUEDAN 11 DÍAS PARA QUE EL AÑO SACERDOTAL SEA CLAUSURADO POR NUESTRO SANTO PADRE BENEDICTO XVI.

HOY ANTES DE METERME EN EL TEMA, QUIERO DAR EL PÉSAME AL SEÑOR OBISPO, A TODOS LOS SACERDOTES DE ESTA DIÓCESIS Y A LOS VECINOS DE LA PARROQUIA DE SAN PABLO, PORQUE EL PASADO SÁBADO 22 DE MAYO FALLECIÓ DON FRANCISCO DÉNIZ OJEDA SACERDOTE EJEMPLAR, PÁRROCO DE SAN PABLO, SEGURO QUE YA ESTÁ EN EL CIELO, A ÉL NOS ENCOMENDAMOS PARA QUE INTERCEDA ANTE DIOS Y NUESTRA MADRE LA VIRGEN MARÍA, PARA QUE EN ESTA DIÓCESIS CREZCAN LAS VOCACIONES Y EN SACERDOTES SANTOS. ESTE SACERDOTE FUE UN GRAN CONFESOR, DE LOS POCOS QUE QUEDAN, QUE DESCANSE EN PAZ DON FRANCISCO Y EN EL CIELO INTERCEDA POR SUS HERMANOS LOS SACERDOTES DE ESTA DIÓCESIS.

ESTAMOS YA EN LA PARTE FINAL DEL AÑO SACERDOTAL, PARECE QUE FUE AYER CUANDO EL SANTO PADRE DIRIGÍA UNA CARTA A TODOS LOS SACERDOTES ANUNCIANDO SU APERTURA

¿Cuándo VAMOS A OÍR ALGÚN ACTO A CELEBRAR CON MOTIVO DEL AÑO SACERDOTAL? ¿RECORDAMOS EL PASAJE EVANGÉLICO DE LAS BODAS DE CANA? LA VIRGEN LES DICE ¡HACED LO QUE MI HIJO OS DIGA! ¿ESTÁ SEGURO NUESTRO CLERO CANARIO QUE ESTÁN ESCUCHAN A LA VIRGEN?

DESDE ESE DÍA, CREO QUE NO HEMOS DEJADO DE OÍR A NUESTRO PAPA HABLAR DEL AÑO SACERDOTAL, LO ÚLTIMO HA SIDO CON MOTIVO DEL VIAJE O PEREGRINACIÓN A VISITAR A LA VIRGEN DE FÁTIMA. DICE EL PAPA DIRIGIÉNDOSE A LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, SEMINARISTAS Y DIÁCONOS, QUE SON LIBRES PARA LLEVAR A LA SOCIEDAD MODERNA A JESÚS
El Papa a los sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas y diáconos
“Libres para llevar a la sociedad moderna a Jesús”
EL MIÉRCOLES 12 DE DICIEMBRE EN FÁTIMA, SU SANTIDAD BENEDICTO XVI, DIRIGIÉNDOSE A LOS SACERDOTES DECÍA:
A
todos vosotros, que habéis entregado vuestras vidas a Cristo, deseo expresaros esta tarde el aprecio y el reconocimiento de la Iglesia. Gracias por vuestro testimonio a menudo silencioso y para nada fácil; gracias por vuestra fidelidad al Evangelio y a la Iglesia. En Jesús presente en la Eucaristía, abrazo a mis hermanos en el sacerdocio y el diaconado, a las consagradas y consagrados, a los seminaristas y a los miembros de los movimientos y de las nuevas comunidades eclesiales aquí presentes. Que el Señor recompense, como sólo Él sabe y puede hacerlo, a todos los que han hecho posible que nos encontremos aquí ante Jesús Eucaristía, en particular a la Comisión Episcopal para las vocaciones y los Ministerios, con su presidente, monseñor Antonio Santos, al que agradezco sus palabras llenas de afecto colegial y fraterno pronunciadas al inicio de estas vísperas. En este "cenáculo" de fe que es Fátima, la Virgen Madre nos indica el camino para nuestra oblación pura y santa en las manos del Padre.
Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación de cada cristiano, especialmente de la persona consagrada y del ministro del altar, debe ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor. La fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor; de un amor coherente, verdadero y profundo a Cristo Sacerdote. "Si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial" (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 31).
Que, en este Año Sacerdotal que se acerca ya a su fin, desciendan sobre todos vosotros abundantes gracias para que viváis el gozo de la consagración y testimoniéis la fidelidad sacerdotal fundada en la fidelidad de Cristo. Esto supone evidentemente una auténtica intimidad con Cristo en la oración, ya que la experiencia fuerte e intensa del amor del Señor llevará a los sacerdotes y a los consagrados a corresponder de un modo exclusivo y esponsal a su amor.

Hay una solidaridad profunda entre todos los miembros del Cuerpo de Cristo: no es posible amarlo sin amar a sus hermanos. Juan María Vianney quiso ser sacerdote precisamente para su salvación: "Ganar la almas para el buen Dios", declaraba al anunciar su vocación con 18 años de edad, así como Pablo decía: "Ganar a todos los que pueda" (1 Corintios 9,19). El vicario general le había dicho: "No hay mucho amor de Dios en la parroquia, usted lo pondrá". Y, en su pasión sacerdotal, el santo párroco era misericordioso como Jesús en el encuentro con cada pecador. Prefería insistir en el aspecto atrayente de la virtud, en la misericordia de Dios, en cuya presencia nuestros pecados son "granos de arena". Presentaba la ternura de Dios ofendida. Temía que los sacerdotes se volvieran "insensibles" y se acostumbraran a la indiferencia de sus fieles: "Ay del Pastor --advertía-- que permanece en silencio viendo cómo se ofende a Dios y las almas se pierden".
Amados hermanos sacerdotes, en este lugar que María ha hecho tan especial, teniendo ante nuestros ojos su vocación de fiel discípula de su Hijo Jesús, desde su concepción hasta la Cruz y después en el camino de la Iglesia naciente, considerad la extraordinaria gracia de vuestro sacerdocio. La fidelidad a la propia vocación exige valentía y confianza, pero el Señor también quiere que sepáis unir vuestras fuerzas; sed solícitos unos con otros, apoyándoos fraternalmente. Los momentos de oración y estudio en común, compartir las exigencias de la vida y del trabajo sacerdotal, son una parte necesaria de vuestra existencia. Cuánto bien os hace esa acogida mutua en vuestras casas, con la paz de Cristo en vuestros corazones. Qué importante es que os ayudéis mutuamente con la oración, con consejos útiles y con el discernimiento. Prestad una atención particular a las situaciones que debilitan de alguna manera los ideales sacerdotales o la entrega a actividades que no concuerdan del todo con lo que es propio de un ministro de Jesucristo. Por lo tanto, asumid como una necesidad actual, junto al calor de la fraternidad, la actitud firme de un hermano que ayuda a otro hermano a "permanecer en pie".
Aunque el sacerdocio de Cristo es eterno (Cf. Hebreos 5,6), la vida de los sacerdotes es limitada. Cristo quiere que otros, a lo largo de los siglos, perpetúen el sacerdocio ministerial instituido por Él. Por lo tanto, mantened en vuestro interior y a vuestro alrededor el anhelo por suscitar entre los fieles --colaborando con la gracia del Espíritu Santo-- nuevas vocaciones sacerdotales. La oración confiada y perseverante, el amor gozoso a la propia vocación y la dedicación a la dirección espiritual os ayudará a discernir el carisma vocacional en aquellos que Dios llama.
Queridos seminaristas, que ya habéis dado el primer paso hacia el sacerdocio y os estáis preparando en el Seminario Mayor o en las Casas de Formación religiosa, el Papa os anima a ser conscientes de la gran responsabilidad que tendréis que asumir: examinad bien las intenciones y motivaciones; dedicaos con entusiasmo y con espíritu generoso a vuestra formación. La Eucaristía, centro de la vida del cristiano y escuela de humildad y de servicio, debe ser el objeto principal de vuestro amor. La adoración, la piedad y la atención al Santísimo Sacramento, a lo largo de estos años de preparación, harán que un día celebréis el sacrificio del Altar con verdadera y edificante unción.
En este camino de fidelidad, amados sacerdotes y diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y laicos comprometidos, nos guía y acompaña la bienaventurada Virgen María. Con Ella y como Ella somos libres para ser santos; libres para ser pobres, castos y obedientes; libres para todos, porque estamos desprendidos de todo; libres de nosotros mismos para que en cada uno crezca Cristo, verdadero consagrado al Padre y Pastor al cual los sacerdotes, siendo presencia suya, prestan su voz y sus gestos; libres para llevar a la sociedad moderna a Jesús muerto y resucitado, que permanece con nosotros hasta el final de los siglos y se da a todos en la Santísima Eucaristía.

Como he dicho al principio ya nos quedan 18 días para la clausura del AÑO SACERDOTAL,
por ello pido a todos que intensifiquen las oraciones por el éxito y que tanto las vocaciones como la santidad sacerdotal sea una realidad.

¡HACED LO QUE MI HIJO OS DIGA!

¿SABEN LO QUE NOS ESTÁ DICIENDO JESÚS EN ESTE MOMENTO, SOBRE EL AÑO SACERDOTAL?

¡NO SEAMOS TACAÑOS Y PIDAMOS INTENSAMENTE POR LAS VOCACIONES Y PORQUE EN NUESTRA DIÓCESIS TANTO NUESTRO OBISPO COMO EL CLERO NO SOLO RECEN SINO QUE ORGANICEN ALGÚN ACTO COLECTIVO!



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