sábado, 26 de junio de 2010

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

¿QUE NOS DICE JESÚS EN ESTE DÍA?, NOS ESTÁ LLAMANDO ¿TU Y YO COMO LE ESTAMOS RESPONDIENDO? EN ESTE EVANGELIO NOS DICE QUE UNO SE ACERCA A JESÚS Y LE DICE TE SEGUIRÉ DONDE VAYAS, JESÚS LE CONTESTA QUE TANTO LA ZORRA COMO OTROS ANIMALES TIENEN MADRIGUERAS DONDE QUEDARSE, PERO EL QUE ES EL HIJO DE DIOS NO TIENE DONDE RECLINAR LA CABEZA.

A OTRO ES EL PROPIO JESÚS QUE LO ELIGE Y LE DICE QUE LE SIGA Y ÉSTE LE DICE QUE LE DEJE IR PRIMERO A ENTERRAR A SU PADRE, JESÚS LE CONTESTA "DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS, TU VETE A ANUNCIAR EL REINO DE DIOS.

UN TERCERO LE DICE "TE SEGUIRÉ SEÑOR, PERO ANTES TENGO QUE IR A DESPEDIRME DE MI FAMILIA, JESÚS LE CONTESTA "EL QUE ECHA LA MANO AL ARADO Y SIGUE MIRANDO HACIA ATRÁS, NO VALE PARA EL REINO DE DIOS.

POR ESTA RAZÓN, TENEMOS QUE PREGUNTARNOS ¿EN CUAL DE LAS TRES ACTITUDES ESTOY YO O TÚ?

AHORA VOY A INSERTAR EL COMENTARIO DE ESTE EVANGELIO POR EL ARZOBISPO MONSEÑOR JESÚS SANZ MONTES, TOMADO DE LA PUBLICACIÓN DE LA REVISTA ZENIT



Evangelio del domingo: El escándalo hipócrita
Por monseñor Jesús Sanz Montes

OVIEDO, viernes, 24 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, XIII del tiempo ordinario, 27 de junio (Lucas 9, 51-62), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.



* * *

En el Evangelio de este domingo se agrupan varias escenas de Jesús con sus discípulos, mientras van dirigiéndose camino de Jerusalén. Un camino que conducía a una meta difícil pero insalvable porque era el final de la vida humana del Señor. Como estribillo en este final de trayecto, aparece lo que en realidad ha sido la constante de toda la existencia de Jesús: ser anunciador e inaugurador del Reino de Dios.

La vida de todo discípulo de Jesús siempre será un camino, un subir a Jerusalén, en cuya andanza lo determinante y lo decisivo será el seguimiento de Alguien, la pertenencia a Él, la adhesión a su Persona, la escucha de su Palabra, la vivencia de su misma Vida. La vida cristiana, no es, por tanto, una organización, una estrategia, una programación moralista, ni un marketing religioso. La vida cristiana ha sido y es una pertenencia a Jesucristo, vivida como peregrinos y caminantes, mientras vamos subiendo a la Jerusalén eterna. Por esta razón era improcedente por parte de los discípulos, mandar al fuego a los que no acogieron a Jesús, cuando ellos a su vez también le rechazaban al estar aplazando su seguimiento cuando les invitó a seguirle.

Nosotros, discípulos al fin, acaso podamos caer igualmente en una vivencia cristiana intolerante de los otros, cuando tantas veces tenemos demasiadas excusas para vivir un seguimiento de Jesús que se haga pertenencia real de nuestro corazón al Suyo. Ojalá que no permanezcamos indiferentes ante tantos rechazos del Señor (los que a Él mismo le hacen y los que puedan hacer a los que ha vinculado a su destino: los pobres, los marginales, los enfermos, los ancianos, cualquier persona nacida o no nacida), pero la mejor manera de mostrar nuestro dolor por esos rechazos no es la venganza en cualquiera de sus formas -como les sucedió a los acompañantes de Jesús en este evangelio-, sino nuestra acogida cordial y grande del Señor y de cuantos Él ama. Sería hipócrita escandalizarnos e indignarnos por tantos desmanes como pueden suceder en nuestro mundo, si a nuestra medida y en nuestra proporción nos sucede a nosotros también.

La actitud justa de quien ve en otros la fuga y el desprecio hacia el Señor, no es pedir fuego sobre ellos, sino seguirle a donde Él diga "sígueme", pertenecerle cada vez más desde nuestro lugar en la Iglesia y en el mundo.





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