domingo, 18 de septiembre de 2011

EN EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO, CRISTO NOS DICE QUE LOS PRIMEROS SERÁN LOS ÚLTIMOS Y LOS ÚLTIMOS LOS PRIMEROS

Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Domingo XXV (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 20,1-16): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido’. Ellos fueron.

»Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ‘¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?’. Le respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Él les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña’.

»Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: ‘Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros’. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: ‘Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno’. Él replicó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».

Comentario: Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)

«¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?»

Hoy el evangelista continúa haciendo la descripción del Reino de Dios según la enseñanza de Jesús, tal como va siendo proclamado durante estos domingos de verano en nuestras asambleas eucarísticas.

En el fondo del relato de hoy, la viña, imagen profética del pueblo de Israel en el Primer Testamento, y ahora del nuevo pueblo de Dios que nace del costado abierto del Señor en la cruz. La cuestión: la pertenencia a este pueblo, que viene dada por una llamada personal hecha a cada uno: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Jn 15,16), y por la voluntad del Padre del cielo, de hacer extensiva esta llamada a todos los hombres, movido por su voluntad generosa de salvación.

Resalta, en esta parábola, la protesta de los trabajadores de primera hora. Son la imagen paralela del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Los que viven su trabajo por el Reino de Dios (el trabajo en la viña) como una carga pesada («hemos aguantado el peso del día y el bochorno»: Mt 20,12) y no como un privilegio que Dios les dispensa; no trabajan desde el gozo filial, sino con el malhumor de los siervos.

Para ellos la fe es algo que ata y esclaviza y, calladamente, tienen envidia de quienes “viven la vida”, ya que conciben la conciencia cristiana como un freno, y no como unas alas que dan vuelo divino a la vida humana. Piensan que es mejor permanecer desocupados espiritualmente, antes que vivir a la luz de la palabra de Dios. Sienten que la salvación les es debida y son celosos de ella. Contrasta notablemente su espíritu mezquino con la generosidad del Padre, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tim 2,4), y por eso llama a su viña, «Él que es bueno con todos, y ama con ternura todo lo que ha creado» (Sal 144,9).


NUESTRA REFLEXIÓN


POR
BLAS GONZÁLEZ

EN EL EVANGELIO DE HOY, CRISTO NOS LLAMA A QUE PARTICIPEMOS A EXTENDER EL REINO DE LOS CIELOS Y ¿QUE OCURRE? LA PROMESA QUE NOS HACE ES EL REINO DE LOS CIELOS. ¿TAL VEZ HEMOS SIDO LOS PRIMEROS EN SER LLAMADOS, PERO ESO NOS DA EL DERECHO
A SER ELEGIDOS? NI MUCHO MENOS. LA PAGA HA SIDO UN DENARIO ES DECIR EL REINO DE LOS CIELOS PERO QUIEN NOS DICE QUE NUESTRO COMPORTAMIENTO A LA HORA DE LA VERDAD, HAYA SIDO MEJOR QUE LA DE LOS ÚLTIMOS EN SER LLAMADOS? MEDITEMOS Y EXAMINEMOS CUAL HA SIDO NUESTRA ACTITUD CON CRISTO. ¿HA SIDO POR AMOR Y LO HEMOS DADO TODO SIN PEDIR NADA A CAMBIO'?

LEAMOS EL COMENTARIO PUBLICADO EN ZENIT

POR MONSEÑOR CARLOS ESCRIBANO SUBÍAS


OBISPO DE TERUEL.








EVANGELIO DEL DOMINGO: EL MEJOR JORNAL

Por monseñor Carlos Escribano Subías

TERUEL, viernes, 16, de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al pasaje evangélico (Mateo 20, 1-16) de este domingo, 18 de septiembre, XXV del tiempo ordinario, redactado por monseñor Carlos Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín.

* * *
El Evangelio de este domingo nos presenta de nuevo a Jesús enseñando a sus discípulos. Una vez más, utiliza una parábola para expresarse. Los personajes están muy definidos: un propietario y unos jornaleros, que representan a Dios y a cada uno de nosotros. El actuar del propietario nos deja entrever un deseo profundamente arraigado en el corazón de Dios: la llamada a colaborar con Él en la construcción de su Reino.

Un primer elemento, que a mi modo de ver es fundamental en este relato, es el hecho de que Dios cuente con nosotros y nos llame. Ser llamados se convierte en sí, en la primera recompensa. Nos da la oportunidad de trabajar con Él, en Él y para Él. Nos permite ponernos a su servicio, colaborar en su obra. Si uno se hace plenamente consciente de lo que esto significa, cualquier fatiga se verá recompensada.

Tan importante como el llamamiento será el analizar nuestra respuesta. En el caso de los jornaleros de la parábola, la respuesta es siempre positiva. Se ha producido una sintonía de intenciones. Dios ha calado en el corazón de aquellos hombres y se deciden a trabajar con Él. Es determinante descubrir el sentido real de la invitación del Señor y lo que significa. Aquellos que trabajan solo por el jornal y no descubren el amor como motivación última, no terminar de entender el sentido real de lo que están viviendo.

Interpretar de modo adecuado la situación y descubrir el inestimable tesoro que se nos presenta, exige amar al Señor y su Reino. Desde esta perspectiva podemos abordar el problema del salario que los jornaleros reciben. ¿Por qué todos reciben la misma paga? Sencillamente porque esta simboliza el don del amor de Dios, que culmina con la vida eterna. Pero desde el primer momento esa donación por parte de Dios, es plena: Dios ante la respuesta afirmativa del corazón del creyente, se da totalmente.

Una vez más la lógica de Dios, es distinta a la de los hombres. Sus planes no son nuestros planes. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando decimos que “Dios se nos da”? En el fondo es encontrarnos con él mismo, con su grandeza y amor, que se convierten para nosotros en un acontecimiento (Cfr. Deus Caritas Est nº1), a partir del cual ya nada es igual. El descubrir esa presencia y la relación que entonces se instaura, nos conduce a la vida plena.

San Mateo vivió en primera persona la experiencia que nos narra en el evangelio. Antes de que el Señor le llamase, era un cobrador de impuestos, es decir, un pecador público excluido de la viña del Señor. Pero todo cambia cuando Jesús, pasando junto a su mesa de impuestos, lo mira y le dice: "Sígueme". Mateo se levantó y lo siguió. De publicano se convirtió inmediatamente en discípulo de Cristo. De "último" se convirtió en "primero", gracias a la lógica de Dios, que —¡por suerte para nosotros!— es diversa de la del mundo.

También nosotros somos jornaleros llamados a trabajar en la viña del Señor. Sabemos cual es nuestra paga y recompensa. Descubramos el gran don del amor de Dios.

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