sábado, 18 de septiembre de 2010

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

¿A QUIÉN SERVIMOS? ¿A DIOS? O ¿AL DINERO?, LA PALABRA DE DIOS DE ESTE FIN DE SEMANA, NOS PONE EN UN APRIETO ¿SERVIMOS A DIOS O AL DINERO? ¿A QUE TIENE APEGADO NUESTRO CORAZÓN?, TAMBIÉN NOS DICE QUE NO PODEMOS SERVIR A DOS SEÑORES PORQUE AMAREMOS A UNO SIENDOLE FIEL Y ABORRECEREMOS AL OTRO, TRAICIONANDOLE.

DE AHÍ LO QUE NOS DICE JESÚS A TRAVÉS DEL EVANGELISTA SAN LUCAS 16,1-13 SOBRE LA FIGURA DEL ADMINISTRADOR INFIEL, QUE CUANDO SU DUEÑO LO VA A DESPEDIR POR HABERLE MALVERSADO EN SU ADMINISTRACIÓN. LLAMA A LOS DEUDORES Y ROMPE SUS RECIBOS Y LOS CORRIGE REDUCIENDO A LA MITAD SUS DEUDAS Y ASÍ CUANDO CESE, ESTOS DEUDORES POR AGRADECIMIENTO LES RECIBIRÁN EN SUS CASAS.

¿Cuál TIENE QUE SER NUESTRA ACTITUD?, EN ESTE DOMINGO XXV NOS INVITA A QUE MEDITEMOS CUAL HA SIDO HASTA AHORA NUESTRA ACTITUD.


A CONTINUACIÓN EL COMENTARIO DE MONSEÑOR JESÚS SANZ MONTES,OFM, ARZOBISPO DE OVIEDO

Evangelio del domingo: La fidelidad de lo pequeño
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes, 17 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 19 de septiembre, XXV del tiempo ordinario (Lucas 16,1-13), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.

* * *
Aparentemente Jesús ensalza la habilidad de un administrador infiel. Pero hay que ser cautos y afinar en aquello que viene ensalzado: no es la infidelidad, la corrupción, sino la habilidad, la astucia de aquel administrador avispado. El que es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho. Que viene a decir: todo aquello que te gustaría cambiar de un mundo demasiado cruel, empieza por cambiarlo en tu propia casa, en tu corazón.
Y en verdad, ¿quién no se ha quejado alguna vez de cómo va nuestro mundo a tantos niveles? La política, la economía, la paz, la justicia, la familia, los ancianos, los jóvenes, y un largo etcétera en donde ponemos contra las cuerdas a nuestra sociedad bastante inmoralizada y desmoralizada. En todo lo cual no falta razón: se ha perdido el rumbo de muchas cosas, se han abandonado impunemente muchos principios básicos, se han destruido tantos valores que no eran negociables, se ha deshumanizado tanto nuestra humanidad.
Pero caben dos salidas: caer tanto en pesimismos deprimentes (todo es malo, "y cualquier tiempo pasado fue mejor" que decía el poeta en su elegía) como en optimismos irresponsables (lo importante es cambiar, arrasar, que no quede nada de lo anterior), o más bien, tener una mirada serena sobre el mundo, sobre la vida, sobre el dolor, sobre el amor, sobre tantas cosas que no van, y empezar a arreglarlas en uno mismo. El mundo nuevo, la tierra nueva, empieza por mi casa, por mi propio corazón. Empecemos por lo poco, por lo pequeño, por lo cotidiano, por lo nuestro. No es el gobierno de turno, ni los organismos mundiales de vanguardia, ni el vaticano, ni los banqueros, ni los periodistas, ni los sindicatos... quienes tienen que dar el pistoletazo de salida. El mundo nuevo empieza más cerca de mí, en mis actitudes, en mis opciones, en mi modo de escuchar, de atender, de proponer, de vivir.
La llamada de Jesús es clara: no podemos tener dos patrones, dos amos. O nos adherimos al diseño de Dios, a su proyecto de humanidad, de civilización del Amor, o nos apuntamos a la barbarie en la que termina siempre toda pretensión que censura algún aspecto del corazón del hombre. Sin Dios, sin este "amo" tan especial que nos hace libres, es muy difícil hacer un mundo que sepa a justicia, a limpieza, a paz, a respeto, a libertad, a felicidad. Metamos al Señor en nuestras cosas y en nuestras casas, sin fanatismos pero sin complejos. Porque sólo quien ama de verdad a Dios llega a no despreciar al hombre hermano.


Envìa esta noticia a un amigo
arriba

No hay comentarios:

Publicar un comentario