lunes, 8 de noviembre de 2010

DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO

DOMINGO 32 DEL TIEMPO ORDINARIO

LA PALABRA DE DIOS EN ESTE FIN DE SEMANA, A TRAVÉS DE LAS TRES LECTURAS, SE NOS DA LA IDEA QUE DIOS ES UN DIOS DE VIDA Y NO DE MUERTE Y POR ELLO ANTES DE DAR A CONOCER EL ANÁLISIS DE DICHAS LECTURAS, TENEMOS QUE CENTRAR NUESTRO PENSAMIENTO.

POR ESO HE PENSADO PRIMERO SABER COMO ESTA ESTÁ REALIDAD EN NOSOTROS MISMOS Y POR ELLO Y PARA CENTRARME, , QUIERO ANTES DE CADA LECTURA HACERME LA SIGUIENTES PREGUNTAS.

EN LA PRIMERA LECTURA QUE ES LA LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS

¿CREEMOS EN LA RESURRECCIÓN DEL ÚLTIMO DÍA? ¿ESTAMOS DISPUESTOS A MORIR SI PRECISO FUERA, POR DEFENDER NUESTRO IDEAL DE DIOS? O ¿NUESTRA FE ES TAN FLOJA QUE SERÍAMOS CAPACES DE NEGAR A DIOS ANTE EL PRIMER OBSTÁCULO QUE SE NOS PRESENTE? POR EJEMPLO ¿COMO ACTUARÍAMOS, SI SE NOS PRESENTARA EL DILEMA DE LOS MACABEOS? EN ESTE DÍA SEIS DE NOVIEMBRE NUESTRA SANTA MADRE LA IGLESIA CONMEMORA TAMBIÉN
LOS 498 MÁRTIRES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA? ¿SERÍAMOS CAPACES POR CRISTO EN DAR LA VIDA?

MEDITEMOS ESTA LECTURA Y CREAMOS FIRMEMENTE EN NUESTRA RESURRECCIÓN

EN LA SEGUNDA LECTURA, SAN PABLO A LOS TESALONICENSES, LA CONCLUSIÓN FINAL ES LA DE QUE DIOS “DIRIJA NUESTRO CORAZÓN PARA QUE AMEMOS A DIOS Y TENGAMOS LA CONSTANCIA DE CRISTO.

¿SE DIRIGE NUESTRO CORAZÓN, EN ESTA DIRECCIÓN O POR EL CONTRARIO NUESTRO CORAZÓN Y NUESTRO PENSAMIENTO, ESTA LLENO DE VIENTO Y NO TENEMOS TIEMPO PARA AMAR?

EL EVANGELIO DE HOY, SAN LUCAS, NOS DICE QUE LOS SADUCEOS SE ACERCAN A CRISTO Y LES PRESENTA EL SIGUIENTE PROBLEMA, COMO ERA COSTUMBRE SI UNA SEÑORA SE CASABA Y NO TENÍA DESCENDENCIA Y MUERE ESE PRIMER MARIDO Y TIENE SEIS HERMANOS MÁS SE TIENE QUE IR CASANDO CON CADA UNO PARA TENER DESCENDENCIA Y LE HACEN A CRISTO LA PREGUNTA ¿DE LOS SIETE HERMANOS CUAL SERÁ EL MARIDO LLEGADO LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS?

A CONTINUACIÓN Y COMO CADA SEMANA INSERTO EL COMENTARIO QUE ZENIT PUBLICA HOY, SEGÚN EL SEÑOR OBISPO SANZ


Evangelio del domingo: Eternidad, no longevidad
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 7 de noviembre, XXXII del tiempo ordinario (Lucas 20,27-38), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca.

* * *

De la mano de San Lucas el año litúrgico va llegando a su fin, y con él también su relato viajero de la subida de Jesús a Jerusalén, término de su vida terrestre. Por eso el tema que nos acompañará en estos tres últimos domingos de nuestro año cristiano, será el tema del paso a la vida nueva.
Es posible que algunas predicaciones sobre los "novísimos" (muerte, juicio, eternidad) se hayan hecho inadecuadamente, generando más un pánico temeroso que una esperanza serena. La Iglesia, fiel a la herencia de su Señor, no pretende acorralar entre miedos y amenazas la libertad del hombre. No obstante, no por ello puede callarse sobre la suerte feliz o infeliz que a todos nos espera en la tierra definitiva, en ese hogar del Padre Dios en el que Jesús nos ha preparado morada.
Pero no es lo mismo creer en la vida eterna que en la vida larga, y hoy se practica un frenético culto a la vida larga con toda una ascética casi religiosa: aerobic, herbolarios, dietas alimenticias, naturismo... todo lo cual, obviamente, está bien, pero deja de estarlo cuando achata el horizonte existencial del hombre, cuando reduce el aprecio y la pasión por la vida a una cuestión de estética o de cosmética. Confundir la felicidad con una fórmula antiarruga o con un plan adelgazante, es cambiar la eternidad por la longevidad, la casa de Dios por el gimnasio o la sauna, la adhesión a la vida toda por el apego a la mocedad.
Habrá un momento de gran verdad para todos, un momento en el que se veri-ficará (hacer la verdad) nuestra vida: el momento de la muerte. Entonces, desnudos de poses y de intereses creados, podremos veri-ficar aquello que decía san Francisco: "somos lo que somos ante Dios, y nada más" (Admonición 19).
La eternidad ya ha comenzado para nosotros con la vida. Somos inmortales. Vivir teniendo presente este momento significa vivir con la voluntad de no querer improvisarlo como quien se resiste ante un encuentro indeseado pero inevitable. Más bien es vivir en lo cotidiano siendo lo que somos en la mente y en el corazón de Dios, es decir, realizando su diseño, su designio sobre nosotros, su proyecto sobre todos y cada uno. Nuestro corazón nos reclama que las cosas más bellas, las más amadas, empezando por la misma vida y el mismo amor, no tengan ocaso. Este es nuestro destino feliz, bienaventurado y dichoso, que ha comenzado ya aunque todavía no haya llegado a su plena manifestación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario