martes, 30 de agosto de 2011

HOY 30 DE AGOSTO DEL 2011, EL EVANGELIO ES EL CORRESPONDIENTE AL MARTES XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

Contemplar el Evangelio de hoy Día litúrgico: Martes XXII del tiempo ordinario

Texto Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
Comentario: Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)

«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»
Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.

Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.

La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.

NUESTRA REFLEXIÓN

EN JESÚS SE COMBINA LA AUTORIDAD DIVINA CON LA SENCILLEZ HUMANA ¿Y EN NOSOTROS COMO SE DEMUESTRA NUESTRO ESPÍRITU CERCANO A DIOS? ¿REALMENTE ESTAMOS CONVENCIDOS DE NUESTRA FILIAL CONEXIÓN CON JESÚS? ¡JESUS ENSEÑABA! PERO ESTA ENSEÑANZA RESPONDÍA A UNA VIDA INTIMAMENTE UNIDA A SU PADRE DIOS¿EN NOSOTROS SE DA ESTA CIRCUNSTANCIA? ¿CUANDO ENSEÑAMOS LO HACEMOS AL ESTILO DE JESUS O POR EL CONTRARIO NO DEMOSTRAMOS LA VIVENCIA CON JESÚS? ¿SOMOS HOMBRES Y MUJERES DE ORACIÓN?, ¿CUANDO ENSEÑAMOS LO HACEMOS CON ESPÍRITU HUMILDE, SABIENDO QUE NOSOTROS NO SOMOS NADIE, SINO SIMPLES INSTRUMENTOS DEL SEÑOR?.

ENTIENDO QUE AL MEDITAR EN ESTE DIA LA AUTORIDAD DE JESÚS, DEBEMOS ANALIZARNOS PARA VER NUESTRA ACTUACIÓN Y OBSERVAR SI SOMOS HOMBRES DE FE Y ORACIÓN O SÓLO QUEREMOS SIGNIFICARNOS ANTE LOS HOMBRES? EN PRIMER LUGAR NUESTRA ENSEÑANAZA HA DE SER EN PRIMER LUGAR CON NUESTRA PROPIA VIDA, QUE SEAMOS COMO NOS DICE NUESTRO SANTO PADRE,BENEDICTO XVI CREYENTES Y CREÍBLES SOLO ASÍ PODREMOS ENSEÑAR Y HACER QUE EL REINO DE DIOS SE EXTIENDA.

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